MEMORIAS DE UNA ARAÑA DE DISCOTECA
Por: Juan Pachanga
Cencerro Shingaling
...y yo estático contemplando porque mis sentidos aprecian observando, oyendo, compartiéndolo todo con mi presencia y eso es más que suficiente. Quizás me ha invadido la sabiduría enseñada, el respeto a la naturaleza, en medio de la odiosa putrefacción de la urbe y no tengo los anticuerpos suficientes para dejarme arrastrar en la desenfrenada angustia de los demás. Observo silencioso, oscureciéndome, resbalándome en mi propio abismo y mis pupilas perdidas allí en lo absorto y un grito me despierta:
“acuyuyé, para que aprendas aguacate”
y mi guataca, mi guataca, mi guataca oía la fluidez de la cerveza al servirse en los vasos. Tuc! Brindaban, y el eco en mí... “pero poco a poco yo te tumbo el coco”. Seguro que sí, estaba mal, uff...malísimo nene.
“Y sólo me gusta vacilar: Yo si soy campeón
y me gusta el rincón
con una jeva bien sabrosa
me gusta el rincón”
eso lo decía un loco que no conocía. Ay Ricardo Ray dale al cencerro Shingaling...
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